El silencio significa:
La capacidad de pensar sin cabeza.
La capacidad de volar sin alas.
La capacidad de caminar sin pies.
La capacidad de observar sin perturbar.
La capacidad de escuchar sin interrumpir.
La capacidad de palpar sin crear incomodidad.
La capacidad de disfrutar la flor sin robarle su aroma.
Y sobre todo la capacidad de entrar en ti y ver tu realidad.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Indescriptiblemente enloquecedora.













Ahora que la veo en aquel
caballo de acero.
Semento que crece y echa raíces.
Palomas que vuelan lejos del cielo.
Caminos que van hacia puertas electrónicas.
Establos que alimentan a la yegua en celo.
Sus ojos muestran misterio y su voz elegancia
entre putiadas europeas.
Y el cálido humo gris sensual se despide
de su boca, invitándome a absorberlo, a rozar
sus labios en el intento.
Se detiene todo en un deseo.
Los ojos se van cerrando.
Tan solo breves pasos cargados de demonios,
van hacia el beso.
Así como lo hace el viento
en su pelo, golpeando su descarga.
Así se clavan sus manos en mi espalda, como
la caricia de una brisa de verano.
Suaves círculos me dibujan sus dedos.
Su boca sigue ahí, la siento en la punta de mi
lengua, es un dulce que quiero volver
a tener.
Huelo el perfume de su esencia.
Huele a lluvia que empapa, a almizcle, a
todas las flores, armonía, agonía que busca calma,
mujer que encanta.
Somos lo mismo.
El mismo ingrediente, la misma flor.
Puedo sentir sin tocar cada parte de su cuerpo.
Su pelo fino como la seda.
Su cuello tan expuesto.
Puente que te invita a bajar
por su pecho.
Sus pechos, dos montes a molde, van acorde
con su figura tan perfecta y  sencilla.
Puedo sentir rozarlos con las ansias.
Mis dedos sienten la energía.
Mi lengua se hace mar.
Mientras que su boca deja escapar
un sonido asfixiante, un quejido divino.
Y mis sentidos se pierden, se mezclan.
Me fascina escucharla en ese idioma.
Me devora en hambre.
Y la vuelvo a rozar.
La toco con mis labios, en sus labios.
No hay vuelta atrás, todo puede pasar
en esta burbuja.
Somos un dulce beso.
Uno que va y viene fugaz.
Aquel que se detiene para escucharla
asi, indescriptiblemente enloquecedora.
Es agobiante y adictivo, el mejor
canto a la vida, que por más corto que sea,
en mis oídos aún despues escucho su eco.

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