Lluvia mójame la cara,
has que me despierte
has que me despierte
del sueño.
Un nuevo camino,
empezar a ser feliz
empezar a ser feliz
quizas sea sonreír.
¿Cuánto quiero?
¿O cuánto tengo?
Quizás dos cigarrillos,
una canción por la mitad,
10 sueños por despertar.
Recuérdame
ya no debo recordarme.
Me permito perdonarme
por no despertarme.
Prometo usar mi libertad,
dejar atrás la condicional.
Recuérdame
ya no debo recordarme.
Bueno Aires no se cansa
de regalarme la sortija.
Me hace vivir
soñando con ríos
claros,
muchos campos,
y caballos corriendo
sin su herradura.
Aquí estoy
escuchando la música una
noche más.
Libertad, libertad,
sin grito sagrado,
con pies sangrando para pararse al final.
Donde empieza la eternidad,
sin cantar la gloria antes de la mitad.
Todas las cuentas nos dieron mal,
por contar lo invisible.
Me permito perdonarme
por eso.
Me prometo
restar al final.
Recuérdame soledad,
la lluvia me moja la cara y es martes
14 de Agosto del siglo 21,
años dos mil y unos tres mas
que se fueron como diez .
Tengo madre, una casa
y un cuarto con ganas de quedar vacío.
Irme no parece estar tan lejos.
Si por una vez se callara mi mente
y escuchara mi corazón por más
de diez minutos, ahora estaría en la ruta.
En un micro escuchando música,
mirando por la ventana.
Me permito dejar de pensar en mañana.
Me permito dejar de pensar.
Me perdono por haber gastado mis sentimientos.
Me prometo dejar el asiento
y pararme.
Dejar una carta o dos o tres,
a quienes no puedo decirle que me voy,
sin antes estar lejos.
La soledad siempre estuvo conmigo,
acá y allá.
La soledad es el reflejo de lo que no soy,
ni sigo siendo.
Hoy quiero ser ni ayer, ni mañana,
ni hija, ni amiga, ni novia, ni ciudadana…
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